Repensar la relación empresa-trabajador
La semana pasada platicamos en relación a cómo la productividad de las diversas generaciones poblacionales ha ido cambiando como resultado de los cambios tecnológicos que se han hecho presente en los procesos de producción. La productividad, históricamente, ha sido un mecanismo que los empresarios han utilizado para poder elevar su producción. La productividad laboral se asocia con el desempeño de los trabajadores; entre mejor desempeño tengan, mejores resultados se obtendrán en la producción, haciendo más rentable a la empresa.
Los empresarios trasladan incentivos económicos a los trabajadores con el objetivo de incentivarlos para que eleven su productividad en las empresas y, como resultado, se mejoran los salarios de los trabajadores y se obtiene una mejor rentabilidad de la empresa. Sin embargo, ante la presencia de un mayor uso tecnológico, y de nuevos procesos de producción, los beneficios de la productividad se tendrán que reorientar, ya que actualmente se atribuye en mayor medida a las máquinas y las tecnologías, los cambios en la productividad de las empresas.
Derivado de esta situación, la pregunta que salta al escenario es ¿con qué mecanismos se cuentan, en la actualidad, para incrementar el salario de los trabajadores? ¿Son estos cambios tecnológicos los que han generado que las condiciones económicas de los trabajadores se vean deterioradas? ¿Los grandes ganadores del desarrollo tecnológico han sido los empresarios? ¿Cómo trasladar los impactos de la innovación y el desarrollo tecnológico a la mayoría de los trabajadores y la población?
Sin duda, las nuevas formas de producción están representando un reto muy importante para las generaciones existentes. Ya habíamos mencionado que en el actual mercado prevalecen las generaciones tradicionales, generación baby, generación X y la generación millennial. La primera y la segunda de estas generaciones se beneficiaron de la productividad de los procesos de producción intensivos en mano de obra, por tanto, sus salarios se incrementaban en relación con la inflación y la productividad. Pero para las nuevas generaciones, trasladar los beneficios de la productividad provenientes de la producción resulta más complejo.
Revisando estadísticas de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2014 y 2019, podemos observar que, para el sur del estado, los niveles de precariedad se han mantenido elevados durante este periodo. En 2014, la población que trabajaba más de 56 horas a la semana, contaba con dos prestaciones sociales y ganaba hasta dos salarios mínimos, representaba 26.4 por ciento, es decir, casi 1 de cada 4 trabajadores en el estado presentaba esta situación. En 2018, esta proporción era de 25.8 por ciento de la población.
En materia de productividad, la generación millennial ha sido la más afectada en el sur del estado de Tamaulipas; del 2012 al 2014 aumentó su salario real por productividad en 18.2 por ciento; pero del 2016 al 2018 el salario por productividad se vio disminuido significativamente en alrededor de 16.3 por ciento. Esta situación que se presenta en esta zona del estado es muy similar a la que acontece en el país. Por lo anterior, es necesario replantear las relaciones laborales entre las empresas y los trabajadores con el objetivo de encontrar mecanismos que permitan trasladar los beneficios de la producción a los trabajadores de una forma más equilibrada que les permitan mejorar su nivel de vida. Usted ¿qué piensa?