El país que se deja

23.11.2018

Estamos en las últimas dos semanas de este sexenio y los resultados que se presentan en materia económica y social dejan mucho que desear. Por citar algunos resultados, encontramos que la deuda pública ha crecido el tema de inseguridad no cesa, se crea empleo pero de muy mala calidad, en materia de comercio internacional no se ha logrado concretar un acuerdo, la tasa de interés ha crecido de manera sistemática, el tipo de cambio se depreció significativamente, la tasa de crecimiento económico osciló alrededor de 2 por ciento anual, los precios en el país han crecido, el sector petrolero se ha contraído y ha dejado de constituir un sector estratégico para la economía mexicana, entre otros resultados.
Es importante que, si realmente se pretende mejorar el rumbo del país, se tiene que partir de un reconocimiento de lo que se ha hecho mal en este gobierno, con miras a recomponerlo y trazar un camino que proyecte al país en una senda de mejora en términos de bienestar para su población, que en estricto apego a la ley, representa una obligación del estado mexicano que se encuentra plasmada en el artículo 25 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
En el artículo 25, se establece claramente que es responsabilidad del estado mexicano la conducción del desarrollo del país, a través de fomentar la competitividad de la economía, el crecimiento económico, la generación de empleo y la justa distribución del ingreso. Cuando se contrasta la ley con la realidad, se encuentra que, de ninguna manera, el estado la ha aplicado.
Por citar un dato sobre desigualdad y pobreza, se expone que, en México, un por ciento de la población recibe 23 por ciento de todo el ingreso del país y que, además, existen aproximadamente 54 millones de mexicanos que viven en condiciones de pobreza.
Lo anterior, ha sido producto de un mediocre crecimiento en los últimos 20 años. Analizando el promedio de crecimiento de los últimos cuatro sexenios, se observa que en el de Zedillo el país creció a una tasa promedio de 3.3 por ciento por año; en el periodo de Fox creció a una tasa de 2.2 por ciento; con Calderón, el crecimiento promedio anual fue de 2.2 por ciento; y, el crecimiento promedio de Peña, durante el periodo que lleva, ha sido de 2.1 por ciento. Esto significa que la economía mexicana se ha desacelerado desde el 2000, razón por la cual no se ha mejorado las condiciones actuales de la población.
Otra crítica al estado se asocia con el sistema financiero mexicano, específicamente la banca comercial, la cual se olvidó de una de sus principales funciones que es la intermediación financiera que permitía estimular un mecanismo para promover el financiamiento de la inversión directa a través del ahorro, condición necesaria para crecer y alcanzar mejores condiciones de desarrollo. Lo que realmente hace la banca es fomentar el crédito al consumo, a través de las tarjetas de crédito, representando elevados costos para la población; y, por otro lado, no promueve el ahorro, ya que las tasas que ofrece son inferiores a la inflación. Entonces, los bancos hacen negocios cobrando altos intereses y comisiones de todo tipo, lo cual de ninguna manera contribuye al crecimiento y mucho menos a la generación de empleo como lo establece la constitución en el artículo 25. Usted ¿qué piensa?

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